martes, 11 de diciembre de 2007

Cuentos

Miguel Del Pino
Lejanacercanías
El perro olfateó el cuerpo el aceite el pasto junto al amo. El látigo farfulló palabras a las orejas del animal, mientras que el piojo que recién se acababa de cambiar de la calva del muerto a la cola del quiltro, lloraba la despedida. Se levantó polvo y humo que humea. El bicho contaba anécdotas de viaje al perro, pero éste no dábase cuenta de nada. Un amanecer más. Como el relámpago para el ciego, fueron evaporándose entre la lejanía desierta y las sombras del escritor.
EL REGRESO.
El mar se hubo secado cuando los fuertes rayos solares no respetaron vida marina, sólo la sal brillaba enormemente, dejando ciego al hombre que expectante observaba tal espectáculo. No se exasperó, cerró sus cuencas, y esperó. De pronto, como aparecen los picaflores ante nuestra mirada, unas manos pequeñas y rugosas tocaron las de él. Quién eres, preguntó. El otro no respondió, hizo que el hombre comenzara a avanzar. Pensó que quizás era un niño, por lo pequeño de la mano, pero como si hubiese adivinado el pensamiento el otro respondió: soy, por mi estatura lo que ustedes llaman, un enano.En tiempos ajenos los enanos poblaban la tierra, por lo que criaturas aún más pequeñas les llamaban gigantes; hubo uno que llegó a medir tan alto, que le llamaron Zenón. Que significa vida de Zeus, le pusieron así por lo grande y majestuoso que era. Así que eres un enano, ¿a dónde me llevas?, preguntó el hombre. Regresamos, respondió el pequeño. Sin nada más que decir, siguieron caminando, de ves en cuando conversaban sobre el clima y los cambios climáticos del planeta. Algo nos querrá decir Dios, concluían. Al cabo de varias tardes de olvido, y amaneceres de esperanza, el sol crujía con más fuerza como si estuviera enojado o pidiéndoles un favor. Sus fuertes rayos secaron los pies del hombre, hasta convertirlos en polvo; cayó. El enano le dijo que no se desesperara, que él volvería prontamente. Así fue, luego de dos días llegó con una bolsa de barro húmedo. Confeccionó dos pies y los pegó a los talones, el hombre pudo pararse y seguir caminando, hasta que el sol secó sus piernas y nuevamente cayó. Sólo fueron las piernas, dijo el hombre, a los pies no les pasó nada. El pequeño decidió ir nuevamente en busca de barro. A su vuelta amasó dos grandes lulos, quereemplazarían las débiles piernas que tuvo el hombre. Nuevamente volvió a levantarse para proseguir el regreso. Ésta vez, decidieron correr, ambos tenían piernas fuertes y ágiles para llegar rápido al lugar que los esperaba. Pero el sol estaba enojado por alguna razón que desconocían, al hombre se le comenzaron a despedazar las manos, y el ombligo, y el pecho. Volveré con barro suficiente para dejarte como nuevo, le grito a lo lejos su pequeño amigo. El hombre se sentó a esperarlo, no sentía dolor, al contrario, un fresco aire acarició la última piel que le perteneció. Esa sensación la tuvo por varios días.Volvía el enano con dos de sus primos, Goliat el pelirrojo, y Lupercus, el sonriente. Traían consigo tres maletas llenas de barro. Al llegar al lugar donde el hombre se encontraba, vieron que sólo permanecían intactos el rostro, los hombros, y las piernas de barro. Decidieron quitarle los hombros, y reconstruyeron el cuerpo entero, menos la cabeza. Al haberlo dejado como nuevo, cantaron de alegría, a tal punto llegó su ego que sintieronse dioses. El hombre pudo volver a caminar, y a correr. Su emoción fue tal que hasta creyó volver a ver, tomó en brazo a sus entrañables amigos y jugó con ellos hasta el anochecer. Durmieron bajo unos árboles, se cubrieron con mantas que los primos habían echado en las maletas. A la mañana siguiente Lupercus el sonriente lloraba, los rabiosos rayos habían secado el rostro de su amigo el grande. Los otros enanos sintieron la misma pena, lloraron los tres sin consolación. El sol permanecía sólo pocosminutos en lo alto, después la luna hacía lo mismo, haciendo el efecto de transcurrir varios meses en un tiempo real de seis días de amargura. Al séptimo día vieron su creación totalmente destruida, sin rostro no había nada. Goliat y Lupercus dijeron que irían a buscar barro para el rostro, pero su primo les negó el permiso. ¿Pero por qué? Preguntaron. Ya no será lo mismo, respondió. El séptimo día vieron su destrucción y descansaron.

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